
Este miércoles, la ciudad de Pachuca amaneció paralizada por bloqueos organizados por el Sindicato del Cemento, liderado por José Neri Ortega Blancas. Aunque pretenden vincular su protesta con el caso Zimapán, en realidad su objetivo es obtener beneficios económicos mediante la presión y la violencia.
El conflicto no está relacionado con el proceso judicial en curso en el Tribunal Colegiado de Circuito. En realidad, el sindicato busca el control absoluto del transporte de cemento en Hidalgo, lo que pondría en riesgo la estabilidad laboral de transportistas locales.
Este grupo, originario del Estado de México, ha ejercido presión en Hidalgo durante meses, incluso recurriendo a la intimidación con la presencia de hombres armados. Su intención es monopolizar el traslado de materiales de empresas mineras en Zimapán, utilizando bloqueos y coerciones como método de negociación.
Ante estos intentos, los trabajadores locales han rechazado su presencia y han impedido su establecimiento en Hidalgo, al considerar que sus prácticas atentan contra el desarrollo de la industria minera. Pese a esto, el sindicato ahora busca presionar nuevamente a las autoridades, aprovechando el dolor ajeno para disfrazar sus verdaderas intenciones.
El bloqueo de calles y avenidas clave en Pachuca ha generado caos en la movilidad, afectando a miles de ciudadanos que dependen del libre tránsito para trabajar, estudiar o realizar sus actividades diarias.
Mientras tanto, la ciudad enfrenta las consecuencias de un conflicto generado por intereses particulares, dejando claro que esta protesta no es una lucha por la justicia, sino un intento de negocio a costa del bienestar ciudadano.
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